sábado, 14 de septiembre de 2019

Palabras finales

Hemos llegado al final de la historia, y anhelamos que haya logrado el efecto esperado que se menciona en el prólogo. Claro está, que esta es una versión bien resumida del libro, obviando numerosos detalles que por formato digital preferimos descartar.

En ningún momento pensamos con Laura en escribir este libro para ser considerados víctimas, ni que se nos trate con lástima por el dolor enfrentado, pues entendemos que hay gente que ha vivido cosas mucho peores que nuestra experiencia. Tampoco intentó ser una denuncia pública acerca de los errores del padre de Laura, ni emitir juicios hacia su familia, pues cada uno sabe con qué intenciones hace lo que hace. Como ya lo dije, el propósito de esta historia es hacerte ver la responsabilidad que conlleva el noviazgo y la necesaria búsqueda del proyecto matrimonial.

Somos conscientes que no todos pasan pasarán por conflictos tan dramáticos como nos tocó vivir a nosotros. Muchos de ustedes no tendrán que viajar a otro país; no tendrán que abandonar sus estudios ni trabajos; ¡ni tampoco le secuestrarán su pasaporte! De todas maneras, estamos seguros que siempre hay pruebas que superar, y por ello te contamos las nuestras.

Con Laura estamos plenamente convencidos que si el joven se dedica a construir cada día una relación estrecha y de servicio a Dios, Él a su tiempo se encargará de cubrir esa necesidad emocional, espiritual y física que significa la ansiada “media naranja”; y por más pruebas y dificultades que haya en el camino a la construcción de esa familia, Dios mismo se encargará de guiar, fortalecer y madurar la relación que concluirá en una feliz vida matrimonial. Lo creímos, y de esta manera lo vivimos.
Dios te bendiga, Laura y Walter

Preguntas para interactuar:

¿Qué te pareció la historia?
¿Qué tramo de la historia te llamó más la atención?

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Capítulo 48 - Nos casamos

Antes de que llegara el mediodía del viernes 12, junto a una parte de la familia y algunos amigos, la jueza nos declaró unidos en matrimonio.
Ahora faltaba la bendición de Dios como matrimonio y futura familia.
Así pues, marcaron las 14:00 hs del día domingo 14, y allí estaba la novia… preciosa, toda de blanco, radiante, haciendo su entrada nupcial. Nos encontramos a mitad de camino de la extensa alfombra roja, y avanzamos juntos hasta el lugar donde sellaríamos nuestro compromiso diciéndonos: ¡“Sí, acepto”!
El pastor nos hizo recordar las promesas de Dios para quienes comienzan esta nueva etapa en la vida, y sin más llegó el momento de manifestar nuestro “sí” delante de Dios y de los testigos. Puestos nuestros anillos en la mano, más una oración de bendición, en un abrazo fundido nos besamos.
Así quedó instituido nuestro matrimonio creyendo siempre en la promesa que “Fuerte es como la muerte el amor […] las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos” (Cantar de los Cantares 8:6-7, La Biblia).

Preguntas para interactuar:

¿Aún sigue valiendo la pena casarse?
¿Qué importancia tiene la bendición de Dios en el matrimonio?

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Capítulo 47 - El último llamado

Llegando al último tramo del libro, seguramente se estarán preguntando qué ocurrió con la familia de Laura, y si hubo comunicación después que ella volvió a la Argentina.
Lamentablemente no ocurrió nada, y todo quedó tan trunco como cuando salió de México. Ni bien Laura llegó a la Argentina intentó comunicarse con su familia en México, y en esa ocasión su hermano menor respondió el teléfono, pero al saber quién era, inmediatamente cortó la comunicación. Ella volvió a hacer un segundo llamado, y no tuvo mejor respuesta que en el primero. Era claro que había sido dada por muerta. Desde esa oportunidad Laura no volvió a comunicarse más, y aceptó la situación. En realidad, su padre sí lo hizo enviando un mail dos días antes del casamiento, bajo el título “regalito de casorio”, el cual contenía una cantidad de agresiones y barbaridades hacia su hija, que mejor no recordarlo.

Como ya lo dije antes, lo único que decidimos hacer fue perdonar. Esto no fue fácil, ya que el perdonar implica olvidar, dejar de guardar rencor y no esperar una retribución por los daños ocasionados.
Perdonamos porque el perdón es liberador, el perdón trae paz con Dios, el perdón cura las heridas. No solo se perdona por amor a los demás, sino por amor y sanidad de uno mismo. Claro que no es una cuestión instantánea, pero con perseverancia se logra. Y si en algún momento nuevamente aparece algún sentimiento de rencor, juicio o culpabilidad, rápidamente nos sometemos al ejercicio del perdón, e instantáneamente volvemos a tener paz.

Preguntas para interactuar:

¿Se puede vivir con el rechazo reiterado de tu familia?
¿Has probado sanar tus heridas perdonando aún cuando las cosas no mejoran?

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Capítulo 46 - El trabajo que dignifica al hombre

Mientras dividíamos el tiempo entre trabajar en la casa que habitaríamos, ver ajustes en la organización del casamiento y disfrutar de nuestros últimos días de noviazgo, también hubo que salir a buscar trabajo. Tenía dos factores en mi contra: no me dedicaría a la función pastoral, para lo cual me había capacitado; y segundo, el contexto económico general en el cual nos encontrábamos era de plena crisis mundial a finales de 2008.
Pero como siempre, Dios nos sorprendió con un puesto de recepcionista en un hotel, que gracias a las características del empleo, contaba con mucho tiempo libre en el cual pude dedicarme a la preparación de estudios bíblicos, sermones, reflexiones de actualidad, bosquejar diferentes proyectos a futuro en la pastoral juvenil, darle vida y forma al ministerio que llevamos adelante y, por supuesto, escribir este libro. Imposible negar cuán fiel fue Dios con nosotros.

Al día siguiente de casarnos comencé a trabajar en mi nuevo empleo, ¡tomamos como excusa que nuestro primer año de casados sería una eterna luna de miel que tanto disfrutamos!

Preguntas para interactuar:

¿Te ha pasado que quieres casarte y no tienes trabajo?
¿Qué hacer cuando no alcanza el dinero para lograrlo?

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Capítulo 45 - Fecha, lugar, ciudad y casa

Tan pronto como llegamos a mi natal provincia de Entre Ríos, comenzamos los trámites de casamiento. En la ciudad de Viale donde nací no querían casarme porque había dejado de vivir allí haía varios años. En Rafaela, donde había residido por última vez, no había turnos hasta dentro de un tiempo. Y para nuestra sorpresa, fue en la ciudad de Crespo, donde se abrió la posibilidad.
La fecha del civil sería el viernes 12 de diciembre.
Días más tarde confirmamos que el domingo 14 de diciembre se haría la boda religiosa en la misma ciudad, y en un lugar soñado.

Siempre quise algo diferente para mi casamiento, a plena tarde, en un parque, con muchos árboles, donde los invitados se sintiesen cómodos y pudiéramos disfrutar del aire libre a nuestro estilo: divertido, distendido, e informal... hasta hubo pileta de natación y música en vivo!
De hecho, el lugar que escogimos ya era muy especial para mí, pues allí mismo fue que en el año 1995 decidí cambiar de vida y vivirla de acuerdo a los patrones de Dios. Ese mismo escenario serviría nuevamente para otro momento cumbre en mi vida.

El casamiento iba tomando forma, y una nueva noticia se acercaba... surgió la oferta de ocupar una casa que pertenecía a mi bisabuela a cambio de restaurarla y mantenerla. Gracias a la invaluable ayuda de un tío muy querido, el 13 de diciembre conseguimos que la casa estuviera en condiciones básicas de ser habitada. ¡Cuán rápido sucedían las cosas sin demasiada previsibilidad!

Preguntas para interactuar:

¿Es obligatorio que todo casamiento sea costoso?
¿Quién dijo que en un casamiento siempre tiene que haber comida para los invitados?

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Capítulo 44 - Dios es fiel

Así como les describí en detalle, Laura pudo conseguir su pasaporte después de tanto sufrimiento, y así logró regresar a la Argentina. Pero, lamentablemente, lo que no pudo recuperar fue su DNI (Documento Nacional de Identidad) argentino, el cual quedó en casa de su familia en México.
Sin este documento nadie puede realizar ningún tipo de trámite legal, incluso casarse.
Así que antes de pensar en la boda, había que tramitar un nuevo DNI.

Viendo esta dificultad, Laura recordó que en su viaje anterior cuando visitó la Argentina y nos habíamos puesto de novios, entre tantas gestiones que había comenzado, pidió hacer unas modificaciones a su documento las cuales llevaron más tiempo del que ella permaneció en el país, y por lo tanto, el trámite aparentemente nunca pudo terminarse. Sería un milagro que ese nuevo DNI estuviese listo, y aún guardado en algún cajón del Registro Nacional de las Personas, habiendo pasado ya un año desde que ella pidió renovarlo… más aún, sabiendo que después de los seis meses de no haberlo retirado proceden a destruir dicha documentación. Pero ¡Dios es fiel! y efectivamente el milagro sucedió, porque para sorpresa nuestra, allí estaba su flamante documento ¡esperándola escondido en un inadvertido escritorio!

Si bien organizar un casamiento implica muchísimas cosas, teníamos en claro que solo necesitábamos dos de ellas: un turno en el Registro Civil, y un pastor que nos diese su bendición.

Preguntas para interactuar:

¿Has comprobado la fidelidad de Dios en los pequeños detalles de la vida?
¿Cuentas a diario con que esa posibilidad disponible?

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Capítulo 43 - Cuestión de señales

Poco tiempo antes de que yo viajara a México, Laura le había pedido a Dios que este viaje le sirviera a ella de última señal para entender si yo era la persona con la cual ella debía estar por el resto de su vida. No tenía dudas de su amor por mí; sin embargo, le pedía esto como certificado de aprobación divina: que yo fuera capaz de dejar todo lo que tuviera en la Argentina por amor a ella y que, a pesar de todos los impedimentos que habían para que yo realizara el viaje, pudiera finalmente aparecer por la puerta de desembarque en la tierra de los mariachis.
Por lo tanto, una vez que estuvimos frente a frente en el aeropuerto su oración había sido contestada, y su seguridad de que Dios aprobaba nuestro amor estaba confirmada.

El siguiente paso a dar como novios, era analizar las posibilidades de casamiento. Y como ya habrán visto, esta decisión dependía del tiempo que el papá de Laura necesitara para aceptar que su hija debía independizarse, cosa que lo tenía sumamente traumado.
Frente a este panorama, una tarde nos pusimos a orar con Laura, pidiéndole a Dios que nos fuera dando respuestas a las incertidumbres. En su caso, ella se atrevió a pedirle que antes de fin de año Dios fuese claro con nosotros y nos hiciese saber cuándo debíamos casarnos y que preparara las condiciones para ello. Y Dios contestó. No de la manera que hubiésemos querido, pero contestó.
Por eso es que Laura me dijo que si volvía a la Argentina, era para casarse, en aquella memorable sobremesa. Otra vez, su oración había sido respondida. El casamiento era nuestro próximo paso.

Preguntas para interactuar:

¿Has buscado la aprobación de Dios en tu noviazgo?
¿Cuánto tiempo de oración han invertido en ello?

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lunes, 9 de septiembre de 2019

Capítulo 42 - Su regreso

Ya en el aeropuerto, una hora antes de abordar el avión, Laura se dio cuenta que ¡había perdido su pasaporte en algún lugar de la sala de embarque! ¡Era todo lo que faltaba!
¡Con todo lo que le costó conseguir ese documento, resultaba difícil creer que había pasado eso! Rápidamente se comunicó con la gente de seguridad, comenzó a registrar cada lugar donde había estado anteriormente, y pronto la desesperación tomó control de ella. Por fortuna, minutos antes de abordar, un muchacho se acercó hasta ella con el pasaporte en la mano, pues había quedado caído en un asiento donde había estado sentada.

En la madrugada de ese mismo martes 14 mientras Laura tomaba su vuelo, yo comencé a recibir mensajes de un amigo mexicano diciéndome que Laura estaba saliendo para la Argentina.
Sin perder tiempo, viajé hasta Buenos Aires, y a primera hora del miércoles me encontraba en el aeropuerto de Ezeiza.
De repente la puerta se abrió, y allí estaba Laura. Sin sonrisa en sus labios, sus ojos no brillaban ni había expresión alguna… estaba demacrada, con un cansancio físico y emocional aplastante, sin gesto alguno… ¡pero allí estaba! Laura había llegado a la Argentina. Era todo lo que yo esperaba. Viajó con tanto estrés, que no pudo ni sonreír al volver a vernos. Pero después de todo, estábamos nuevamente juntos, y ahora sería cuestión de liberar tensiones y pasar a otra faceta de nuestras vidas.

Preguntas para interactuar:

¿Cuánto más se puede complicar algo aún cuando uno cree que está haciendo bien las cosas?
¿Hasta qué punto hay que seguir intentando para que las cosas sucedan?

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Capítulo 41 - Un cumpleaños sin fiesta

Sin inconvenientes, el 8 de octubre llegué a la Argentina. Por cuestiones de trabajo, el pastor de Rafaela justamente estaba en Buenos Aires, así que quedamos de acuerdo en encontrarnos. Allí él me comentó que no sería posible mi regreso a la función pastoral en la iglesia donde había trabajando con él, porque ya se habían cubierto las funciones que yo desempeñaba. Por otro lado, me aconsejó que ante la crisis vivida en estos tres meses, me tomara un año libre de trabajo pastoral para reponer fuerzas, estabilizarme emocionalmente, y analizar qué ocurriría con Laura.
Así que la pregunta era ¿qué hacer?

El sábado 11 cumplía 28 años y estuve rodeado de familia y saludos de amigos, pero yo aún no había realmente aterrizado, ni tampoco comprendido en forma cabal todo lo que había pasado en tan solo tres meses.

Felizmente el lunes tuve la buena noticia que la mamá de Laura le había enviado el pasaporte, y sin demorar, emprendió viaje hacia la Ciudad de México. Auxiliada por sus amigos, la alojaron en casa de una amiga donde la esperaban con sus pertenencias. Por la tarde pudo fechar el pasaje de vuelo para las primeras horas del día siguiente, y de allí fueron directamente al aeropuerto.
Aclaro que esto no es el guión de una película mexicana... ¡Lamentablemente fue muy real!

Preguntas para interactuar:

¿Podría volver Laura a la Argentina, o nos esperaba una nueva catástrofe?
¿Qué más podíamos esperar?


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Capítulo 40 - Mi regreso

Mi tiempo en México se había agotado. Llegó el 7 de octubre y era hora de partir. Me sentía muy mal; no sólo por lo vivido en éstos intensos tres meses, sino por tener que dejar a Laura en tales condiciones, y a su vez echar por tierra el ambicioso proyecto de trabajo que se había iniciado al comienzo del viaje. Tanta gente hermosa que conocí, tantas ilusiones de fondo al estar en un país que brinda tantas oportunidades... pero había que salir lo más ileso posible de allí.
En cuanto a Laura, nadie podía asegurar que le devolverían su pasaporte, ni que tampoco pudiera retorno tranquila a ciudad de México.
Hablamos una y otra vez del tema, y siempre concluimos que lo mejor era retirarme de la escena. Eso quizás traería cierta calma en la familia de Laura, y yo estaría seguro en la Argentina.

Desde el aeropuerto fue que nos comunicamos por última vez con Laura. Fue una comunicación donde el desconcierto tuvo su actuación principal. Lo único que la animaba era la tranquilidad de saber que yo esperaría por ella todo el tiempo que fuera necesario para concretar nuestro anhelado sueño de casarnos. También fue allí cuando comencé a tomar apuntes de esta historia que hoy termina siendo un libro.

Preguntas para interactuar:

¿Hice bien en volver a Argentina siendo que Laura no estaba segura?
¿Qué decisión es la mejor en tiempos de incertidumbre?

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Capítulo 39 - No vuelvas

Feliz por saber que Laura estaba segura en un hogar, y que había encontrado personas que pusieron a su disposición todo cuanto podían para ayudarla, no había otra alternativa de mi parte que volver a casa de sus padres y rogarles por favor que le devolviesen el pasaporte.
Lo hice, pero no tuve ningún buen resultado. No solo me negaron que tuvieran el pasaporte, sino que incluso su papá me echó de su casa recordándome que si su hija terminaba en la cárcel, o sufría algún tipo de agravio, sería gracias a la locura que estábamos cometiendo.
Laura también se comunicó ese día con su familia para pedirles por favor la devolución de su pasaporte, pero su papá le reiteró que ella estaba muerta para él, así que no tenía nada que hacer al respecto.
Tras esos intentos fallidos, y la insistente negativa por parte de su padre, Laura no tuvo otro recurso que hacer una denuncia policial de extravío de pasaporte, solicitando un permiso provisorio. Al mismo tiempo yo me dirigí a la Embajada Argentina en México para solicitar un pasaporte provisorio que Laura pudiera usar para volar en los próximos días.

Por otro lado, estando al tanto de los acontecimientos, los pastores colegas de la iglesia decidieron visitar a los padres de Laura y mediar en la situación que se atravesaba. Esfuerzo poco efectivo, ya que su padre rechazó la oferta de ayuda en su problemática familiar.
A esta altura de las cosas, las continuas trabas nos hacía sospechar que el viaje de Laura a la Argentina sería en extremo complejo, y nuestra soñada vuelta al país juntos, no se daría.

Preguntas para interactuar:

¿Hasta qué punto merecen nuestro respeto aquellos padres que mienten deliberadamente?
¿Sigue siendo genuina una paternidad cuando declaran por muertos a sus hijos?

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Capítulo 38 - El pasaporte

Desde el refugio de campo donde vivía Laura, día tras día intentaba comunicarse con la mujer que tenía su pasaporte, para cerciorarse de que se lo enviara a tiempo. Primeramente esta mujer le dijo que ya se lo había remitido. Pero como el pasaporte no llegaba, la llamó nuevamente y esta vez le dijo que estaba a punto de enviárselo. Transcurrieron los días, y la mujer ya ni contestaba el teléfono.
No quedó otra opción que viajar hasta Chiapas y pedírselo personalmente, ya que veíamos que su colaboración venía siendo muy escasa, y el tiempo apremiaba. Así fue que Laura se dispuso a hacer un viaje en bus de dieciséis horas hasta el lugar donde estaba su pasaporte. Cuando llegó a la casa, golpeó a la puerta, y al verse cara a cara, esta señora no tuvo otro remedio que decirle la verdad: hacía unas horas había enviado el pasaporte a la casa de su familia, dado que el papá de Laura se encargó de pedirle la devolución del mismo. Laura no podía creerlo. ¡Era la peor noticia que podría haber recibido en ese momento!
Tan pronto como pudo, tomó un autobús de regreso, pero a poco de haber comenzado el viaje el autobús fue inspeccionado por un control policial, y allí un uniformado detectó que Laura no portaba consigo su pasaporte... Y si bien ella habló con el uniformado e intentó explicarle lo que sucedía, no hubo caso, al no tener su documento, Laura era ilegal en México.
Evitando no quedar detenida, Laura aceptó la propuesta de regresar hasta el pueblo más próximo, y allí quedarse esperando por recuperar su pasaporte. ¡Qué momentos de angustia fueron esos!
Solo la mano de Dios podría obrar allí. Y así fue. Desde la estación de autobuses de ese pueblito donde quedó varada, Laura consiguió rápidamente un boleto, y de madrugada pudo regresar hasta la ciudad donde había ido a buscar su pasaporte hacía un par de horas atrás.
Al bajar del autobús algo extraño le pasó, pues un muchacho se acercó a ella y le ofreció ayuda, cosa que rechazó completamente, por desconfianza. Como era de madrugada y no conocía demasiado la ciudad, prefirió tomar un taxi para llegar a la casa de la persona donde pediría alojamiento. Resulta que el taxista no se ubicaba bien en cuanto al lugar donde debía llevar a Laura, así que pidió ayuda a un muchacho que caminaba en la calle, quien no sólo le indicó cómo llegar, sino que también los acompañó... ¿Quién era esa persona? Sí, el mismo muchacho que minutos antes le había ofrecido ayuda a Laura. Pero eso no fue todo, sino que esa misma persona fue quien también pagó el gasto del taxi, y se quedó con Laura en plena madrugada hasta que ella ingresó en la casa de una amiga donde se hospedó por esos días...

Otro hecho sobrenatural ya había ocurrido antes, cuando ella emprendió el viaje de ida, en busca de su pasaporte. Ya queriendo aprovechar la única parada que el autobús realizaba para comprar algo de comer, y sabiendo de lo picante que es la comida mexicana, solo atinó a comprar un paquete de galletitas dulces y un refresco... pero lamentablemente la persona que atendía el negocio no le aceptó el billete de dinero, pues no tenía cambio para devolverle. Pese a su insistencia tuvo que regresar al vehículo sin comida. Pero, una vez que el autobús estuvo en marcha, una señorita se acercó hasta Laura y le entregó un regalo, y sin más se retiró. ¿Qué era? El mismo paquete de galletitas dulces y refresco que ella había querido comprar… ¿Quién era esa persona? Nunca lo sabremos.
Laura intentó ubicarla dentro del autobús, pero jamás la encontró. ¡Increíble!

Volviendo a la historia, Laura volvió a la casa de la mujer que le había retenido su pasaporte, y se tomó el tiempo para explicarle todo cuanto estaba aconteciendo en su familia, aclarando los asuntos pertinentes.

Preguntas para interactuar:

¿Crees que lo sobrenatural existe?
¿Has vivido algún tipo de experiencia de este tipo?

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Capítulo 37 - Visitando a un consejero familiar

El papá de Laura no aceptó mi idea de ir a ver a un consejero familiar para reconciliarse con su hija y apoyar nuestro regreso a la Argentina, pero nosotros sí lo hicimos.
Primero fue Laura, y en ese encuentro ella le expuso con detalles lo que estaba viviendo.
La conclusión de este profesional fue muy concreta. Su padre había invertido los roles, poniendo en primer lugar a su hija antes que a su esposa. Cuando el consejero le preguntó qué había pensado hacer frente a su situación, ella le dijo que había decidido irse de su casa y retornar a la Argentina para poder casarse. Para sorpresa de Laura, este hombre la felicitó por la valentía que mostraba en su determinación, y acotó que difícilmente pudiera revertirse esta problemática estando padre e hija tan cerca el uno del otro. Según él, la única manera de terminar con esta patología era estar separados físicamente lo más lejos posible, y cortando la comunicación por el tiempo que fuera necesario, para que ella entendiera y aceptara su condición de hija, y más aún, de esposa el día de mañana cuando estuviera casada. –Si no te separas de él, tu matrimonio también será un desastre –aseguró.

A su vez terminó diciendo: –Hay dos cosas que uno debe decidir por sí mismo: su vocación, y con quién se casará. Si la persona está segura que esa es la voluntad de Dios para su vida, la familia no debería ser el impedimento para lograrlo.

Preguntas para interactuar:

¿Te enamoraste de una persona por complacer a tus padres?
¿Has estudiado una carrera sólo porque era lo que ellos querían?

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