Los meses íban transcurriendo y la comunicación no se veía afectada; más bien, tratábamos de hacerla lo más fluida posible. Así pues, solíamos hablar mucho y en manera profunda.
Uno de los temas más interesantes y riesgosos que debatíamos, era el del noviazgo y matrimonio. En su caso, ella estaba completamente concentrada en sus estudios de Ciencias Políticas, idioma francés como autodidacta, y soñaba con llegar a obtener una maestría en Teología. Sus planes de conocer Francia por su apego al idioma; visitar Israel por su fuerte relación con el cristianismo; y seguir descubriendo lugares de su amada Latinoamérica por cuestiones sociopolíticas.
En mi caso, mi meta era disfrutar del año que tenía por delante en Canadá, para luego volver a la Argentina a comenzar mi pastorado de fuerte inclinación juvenil. Junto a eso, se presentaba en forma clara la necesidad de encontrar a la mujer con la cual pasar el resto de mi vida. Caso contrario el de Laura, quien no tenía en su agenda un noviazgo cercano.
Mientras más hablábamos y más nos conocíamos, más distanciado me veía de ver un futuro junto a ella. Por lo tanto, poco a poco, fui disfrutando y queriéndola como a una buena amiga, y nada más que eso.
Preguntas para interactuar:
¿Qué hacer cuando el amor llega pero los proyectos de vida son diferentes?
¿Hasta qué punto hay que renunciar a lo suyo por amor al otro?
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