sábado, 7 de septiembre de 2019

Capítulo 36 - Comunicación con la Argentina

Otra cuestión difícil de resolver era mi comunicación con mi familia y amigos. No quería alarmarlos en cuanto a lo que vivía, y además si les contaba, también tenía que contestar por qué demoré tanto en darlo a conocer. Sin embargo, con el paso de los días y la gravedad de las cosas, algo dejé entrever entre mis contactos. Después de todo, ellos a la distancia no podían tomar parte activa en el asunto, aunque sí me ayudaron en mucho a través de sus oraciones confiándole a Dios nuestras angustias.
Es más, estando ya en la Argentina, un matrimonio me contó que cada vez que me recordaban, los embargaba una inmensa tristeza y no entendían por qué ese sentimiento se apoderaba de ellos. Incluso algunos mientras le pedían a Dios por mi vida y cuidado, comenzaban a llorar sin saber exactamente por qué. De todas maneras, habían evidencias que hacían suponer que las cosas andaban mal: me trasladé de una casa a otra, ya no estudiaba en el Seminario, había dejado de dar clases en el Instituto Bíblico y últimamente tampoco tenía actividades con mi grupo de jóvenes. Se caía de madura la conclusión.

Con quién siempre fui honesto y sin tapujos, fue con mi pastor de Rafaela, ya que él podría darme un consejo un poco más objetivo. En un principio me animó a que mantuviera la calma y que no apresurara mi decisión de dejar México, sabiendo todo lo que había tenido que dejar en la Argentina para llegar hasta allí. Pero a medida que pasaban los días, y el acontecer era cada vez más negativo, no tuvo más remedio que apoyarme en la decisión de volver al país.

Preguntas para interactuar:

¿Tienes alguien de confianza para contar tus problemas más íntimos?
¿De quiénes te rodeas cuando las cosas andan mal?

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Capítulo 35 - Sin acuerdo

Otro cambio importante por ésos días, fue la postura de su mamá frente a los hechos, quien hasta ese momento había apoyado a su hija en la decisión de volver a la Argentina, ayudándola a empacar las maletas cuando su marido aún no estaba en casa. Pero desde que él llegó, su opinión cambió drásticamente, y ahora era Laura la culpable del estado de salud de su padre y de todo cuanto ocurría en la familia; a causa de las malas decisiones que ella estaba tomando.
A su vez, el padre de Laura quizo hablar conmigo... que inesperadamente, me propuso olvidar todo lo vivido, dar una vuelta de página a estos tres meses de dolor y comenzar una nueva etapa donde todo iría a cambiar. Ya no habría código de convivencia, ya no intervendría más en mi trabajo pastoral, y solo nos pediría que avisáramos donde estábamos en caso de salir a algún lugar.
Al igual que Laura, yo tampoco creía en su palabra. Por eso, frente a su propuesta, le dije que no reanudaría esta nueva etapa que él proponía comenzar, y allí renuncié oficialmente a las responsabilidades docentes que tenía a mi cargo en el Instituto que él lideraba. Lo que sí le propuse, era que fuera junto con Laura a ver un consejero familiar, que tomaran algunas clases de terapia familiar, se reconciliaran, y le permitiera volver a la Argentina conmigo. Obviamente, que así como yo no acepté su propuesta de comenzar todo de nuevo, él tampoco apoyó mi planteo.

Preguntas para interactuar:

¿Sufriste alguna vez el desprecio de tu madre?
¿Te quisieron hacer cargo por los inconvenientes de tu familia?

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Capítulo 34 - Llegó papá

Quién no se demoró más fue el papá de Laura y, por cierto, volvió con su salud tan debilitada que debió ser hospitalizado tan pronto como bajó del avión. Laura no quería tratar con él, pero dada la sensibilidad de su enfermedad, tampoco podía negarse al diálogo. Al día siguiente, su papá pudo retornar al hogar bajo prescripción médica, pero no habló con su hija sino hasta el siguiente día. Finalmente hablaron. En la charla su papá le pidió perdón por todo lo que había hecho, y la invitó a comenzar una nueva relación, madura y sin tantas limitaciones en su noviazgo como había sido hasta ahora, dejando de lado el pasado. Pero para sorpresa suya, su hija le dijo que no, que ya no creía en él.
La sucesión de pedidos de disculpas después de cada discusión y la reincidencia constante a lo largo de estos tres meses, hicieron que ella ya no le creyese más. Así que no solo no aceptó sus disculpas; sino que, le advirtió que se iría a la Argentina y que allí se casaría. Al escuchar esto él se desmayó, y luego cada uno terminó en su habitación. Pero más tarde, volvió a la carga, ordenándole a su hija que si se iba de la casa lo hiciera ya mismo, y que nunca más volviera. En caso de que ella se fuera de la casa, pasaría a estar muerta para su familia.
Ella se negó a irse de su casa a esa hora de la noche, puesto que era de madrugada. Siguieron discutiendo, y entonces su padre le dió una bofetada en la cara, que bastó para lastimarla.
A causa de los gritos, uno de sus hermanos fue hasta la habitación, intervino en la discusión y detuvo a su padre. Después de esto no había dudas que ella se iría de su casa.
Así pues, la mañana siguiente nos encontramos en una zona de trasportes públicos, y nos fuimos a un refugio donde poder pensar qué hacer. Entre tanto, Laura consiguió hospedaje en la casa de campo de unos pastores amigos donde poder estar segura.
Ese día Laura dejó de ser la hija mayor en su familia.

Preguntas para interactuar:

¿Fuiste testigo de violencia en tu hogar?
¿Sabes qué se siente que tu familia te declare por muerta?

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Capítulo 33 - A preparar las valijas

Como Laura había tomado la decisión de volvernos juntos, los días eran contados. El papá de Laura aún no había retornado de la Argentina, así que a toda prisa debíamos aprovechar el tiempo que nos restaba para organizarnos. Como primera medida fuimos a la empresa aérea a modificar la fecha del pasaje que Laura tenía abierto. No van a creerme si les digo que conseguimos fecha para que pudiéramos volar juntos el mismo día y ¡en asientos contiguos! Laura había hablado con su mamá recientemente, para contarle lo que sentía y su fuerte deseo de irse conmigo a la Argentina. El consejo de su madre fue que se fuera, que sería mejor para todos. Así que era hora de empacar.

Mis pertenencias siempre estuvieron en los bolsos, pero Laura debía pensar cómo poner en valijas toda la ropa, libros, recuerdos y demás accesorios que había recopilado en cuatro años…
Por otro lado, dada la incertidumbre por vivir en los próximos días cuando llegara su padre, una vez que las valijas estuvieron armadas ella las repartió en diferentes casas de amigas, por si acaso su papá no le permitiese salir de la casa o le negase llevar sus pertenencias.
Solo restaba un pequeño gran detalle por resolver: Laura no tenía su pasaporte, y sin él sería imposible salir de México. El pasaporte estaba en el sur del país por unos trámites que debían efectuarse, así que tan pronto como pudo, se comunicó con la persona que tenía el trámite a cargo, y le pidió que se lo enviase de manera inmediata a la casa de una amiga, ya que lo necesitaba con carácter de urgencia. Gracias a Dios, contábamos con más de dos semanas de margen en caso de que el pasaporte se demorara por alguna cuestión.

Preguntas para interactuar:

¿Estás acostumbrado a mudarte de un lugar a otro?
¿Has tenido la experiencia de vivir fuera del país?

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Capítulo 32 - Charla de sobremesa

Uno de los temas pendientes por esos días era el cambio de fecha de mi regreso a la Argentina. Como todo viaje al exterior, el vuelo es de ida y vuelta, y el mío tenía una extensión válida por un año. Entonces lo que debía hacer era pagar un impuesto y pedir que el retorno se adelantara.
Si hubiese sido por mí, volaba al día siguiente; pero el próximo vuelo disponible era recién dentro de veinte días.
Aprovechando los últimos días que tenía en México, una tarde salí a pasear con Laura por algunos lugares famosos de la ciudad, como para conocerlos antes de irme. Fue una tarde penosa, llena de angustias y tristeza. Faltaba poco para que cada uno volviese a su casa, cuando nos sentamos a charlar y comer algo. Una vez más hicimos la revisión desde que nos conocimos hasta la fecha, de todo cuanto nos había ocurrido, cuanto habíamos soportado hasta el momento, y cuánto aún nos amábamos.
–Bueno Laura -le dije-, yo ya hice todo mi esfuerzo, y hasta aquí llegué. Dejé mi trabajo, mi familia, mis amigos, mi país, e hice mi parte. En algún momento te tocará a ti hacer tú parte… ¿Estás segura que no quieres irte conmigo a la Argentina? Silencio. –Claro que quiero irme contigo, respondió.
Y prosiguió, "vine a México a estudiar y a desarrollar mi vocación pastoral, y eso es todo lo que me retiene aquí. Pero a partir de ahora, ya no tengo ninguna seguridad de que pueda seguir estudiando y llevando adelante mi trabajo con los jóvenes. Me duele en el alma, pero esta vez me toca a mí jugarme por nuestro amor. Y estoy dispuesta a hacerlo".

No había nada más que agregarle a esa sobremesa. Estaba todo dicho. Laura decidió volver a la Argentina conmigo, y si volvíamos era para casarnos.

Preguntas para interactuar:

¿Qué has dejado por amor?
¿Te mudaste a otro país para casarte?

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Capítulo 31 - Con tutor y casa nueva

Durante la semana siguiente me mudé al hogar de una familia a la que siempre estaré muy agradecido por su hospedaje y tan grata manera de tratarme.
Nuestra situación con Laura ya se había hecho pública ese domingo, y difícilmente se hubiera podido mantener oculta por más tiempo. Últimamente resultaba muy raro no vernos trabajando juntos en la iglesia. Por otro lado, las repetidas ausencias de Laura, siempre con un nuevo problema de salud ya no resultaba convincente. A su vez, cada vez que alguien me preguntaba por el papá de Laura, yo me limitaba a decir que estaba en la Argentina, e inmediatamente cambiaba de tema.
Mi cambio de hogar también generaba sospechas. Demasiadas cosas juntas provocaban curiosidad a los observadores; y con el paso de los días poco a poco una parte de la iglesia se fue enterando del tema, junto con la noticia de mi regreso a la Argentina.

Personalmente ya había esperado el tiempo prudencial en el cual se hubieran podido lograr los cambios esperados, los cuales finalmente nunca llegaron. Si bien cada vez se iban agotando más y más las instancias de progreso, el hecho de haberme visto tan vulnerado en mi trabajo pastoral tocaba mis fibras más íntimas, y era clara muestra del atropello que sufría en mi autoridad como pastor.

Preguntas para interactuar:

¿Cuánto tiempo se ha de soportar una relación familiar enfermiza?
¿Hasta qué punto uno debe dejarse avasallar por el otro por amor a la tolerancia?

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Capítulo 30 - Noche mexicana

Año tras año, el día 16 de septiembre México celebra su independencia con una gran fiesta. Por lo tanto, la iglesia donde trabajábamos organizó una noche mexicana, donde se compartiría comida típica.
Entre las últimas normativas del padre de Laura, constaba no trabajar juntos en actividades eclesiásticas, así que previendo la indiferencia de Laura a sus órdenes, su papá me indicó que no debía concurrir a la festividad, sino simular una repentina enfermedad que me imposibilitara llegar al lugar para evitar todo contacto con ella.

Era domingo, el día anterior a la noche mexicana que se festejaría en la iglesia. Estaba en la iglesia a punto de comenzar la reunión general, y yo no podía sacarme de encima la tristeza que me aquejaba. Al ingresar por un pasillo me encontré con el pastor principal de la iglesia, y recibí el típico saludo: –Hola, ¿cómo te va? Y esta vez no pude contenerme... le dije que estaba muy mal y que, si era posible, me gustaría hablar con él ese mismo día. Por lo tanto, acordamos charlar luego de la reunión que ya comenzaba. Así fue, y no solo vino este pastor, sino que también se sumó a la charla otro colega de mayor experiencia en el medio, con quien acabábamos de conocernos, pero que había tenido gran decisión en mi viaje a México. De modo tal que estaba hablando con las dos personas más influyentes de la congregación, y era consciente de cuánto iba a implicar esta charla.
Sin muchos rodeos, fui al punto en cuestión, y conté todo lo que ocurría. Esos pobres hombres no podían creer lo que les contaba. Luego de explicarles todo lo vivido en estos meses, y mencionarles las serias limitaciones que teníamos a nivel noviazgo y pastoral, les planteé mi decisión de regresar a la Argentina.
Si bien en un principio lo resistieron, posteriormente aceptaron mi retorno a la Argentina y tomaron dos primeras medidas para el tiempo restante: el papá de Laura ya no sería más mi tutor, y la segunda era mi urgente traslado a otra casa en la cual yo no tuviera relación directa con él. Por supuesto, también me alentaron a participar en la noche mexicana y cumplir con las responsabilidades que había contraído.
Además, el lunes de noche tuvimos otra charla con los pastores que se encontraban en la fiesta, junto con Laura y su mamá, quienes respaldaron todo lo que yo ya había hablado anteriormente con ellos y, a su vez, expusieron con mayores detalles otros asuntos que estaban aconteciendo.

Preguntas para interactuar:

¿Es de valientes o cobardes guardar los secretos enfermizos de la familia?
¿En qué nos beneficia callar aquello que nos hace mal?

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