sábado, 7 de septiembre de 2019

Capítulo 30 - Noche mexicana

Año tras año, el día 16 de septiembre México celebra su independencia con una gran fiesta. Por lo tanto, la iglesia donde trabajábamos organizó una noche mexicana, donde se compartiría comida típica.
Entre las últimas normativas del padre de Laura, constaba no trabajar juntos en actividades eclesiásticas, así que previendo la indiferencia de Laura a sus órdenes, su papá me indicó que no debía concurrir a la festividad, sino simular una repentina enfermedad que me imposibilitara llegar al lugar para evitar todo contacto con ella.

Era domingo, el día anterior a la noche mexicana que se festejaría en la iglesia. Estaba en la iglesia a punto de comenzar la reunión general, y yo no podía sacarme de encima la tristeza que me aquejaba. Al ingresar por un pasillo me encontré con el pastor principal de la iglesia, y recibí el típico saludo: –Hola, ¿cómo te va? Y esta vez no pude contenerme... le dije que estaba muy mal y que, si era posible, me gustaría hablar con él ese mismo día. Por lo tanto, acordamos charlar luego de la reunión que ya comenzaba. Así fue, y no solo vino este pastor, sino que también se sumó a la charla otro colega de mayor experiencia en el medio, con quien acabábamos de conocernos, pero que había tenido gran decisión en mi viaje a México. De modo tal que estaba hablando con las dos personas más influyentes de la congregación, y era consciente de cuánto iba a implicar esta charla.
Sin muchos rodeos, fui al punto en cuestión, y conté todo lo que ocurría. Esos pobres hombres no podían creer lo que les contaba. Luego de explicarles todo lo vivido en estos meses, y mencionarles las serias limitaciones que teníamos a nivel noviazgo y pastoral, les planteé mi decisión de regresar a la Argentina.
Si bien en un principio lo resistieron, posteriormente aceptaron mi retorno a la Argentina y tomaron dos primeras medidas para el tiempo restante: el papá de Laura ya no sería más mi tutor, y la segunda era mi urgente traslado a otra casa en la cual yo no tuviera relación directa con él. Por supuesto, también me alentaron a participar en la noche mexicana y cumplir con las responsabilidades que había contraído.
Además, el lunes de noche tuvimos otra charla con los pastores que se encontraban en la fiesta, junto con Laura y su mamá, quienes respaldaron todo lo que yo ya había hablado anteriormente con ellos y, a su vez, expusieron con mayores detalles otros asuntos que estaban aconteciendo.

Preguntas para interactuar:

¿Es de valientes o cobardes guardar los secretos enfermizos de la familia?
¿En qué nos beneficia callar aquello que nos hace mal?

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