Si hubiese sido por mí, volaba al día siguiente; pero el próximo vuelo disponible era recién dentro de veinte días.
Aprovechando los últimos días que tenía en México, una tarde salí a pasear con Laura por algunos lugares famosos de la ciudad, como para conocerlos antes de irme. Fue una tarde penosa, llena de angustias y tristeza. Faltaba poco para que cada uno volviese a su casa, cuando nos sentamos a charlar y comer algo. Una vez más hicimos la revisión desde que nos conocimos hasta la fecha, de todo cuanto nos había ocurrido, cuanto habíamos soportado hasta el momento, y cuánto aún nos amábamos.
–Bueno Laura -le dije-, yo ya hice todo mi esfuerzo, y hasta aquí llegué. Dejé mi trabajo, mi familia, mis amigos, mi país, e hice mi parte. En algún momento te tocará a ti hacer tú parte… ¿Estás segura que no quieres irte conmigo a la Argentina? Silencio. –Claro que quiero irme contigo, respondió.
Y prosiguió, "vine a México a estudiar y a desarrollar mi vocación pastoral, y eso es todo lo que me retiene aquí. Pero a partir de ahora, ya no tengo ninguna seguridad de que pueda seguir estudiando y llevando adelante mi trabajo con los jóvenes. Me duele en el alma, pero esta vez me toca a mí jugarme por nuestro amor. Y estoy dispuesta a hacerlo".
No había nada más que agregarle a esa sobremesa. Estaba todo dicho. Laura decidió volver a la Argentina conmigo, y si volvíamos era para casarnos.
Preguntas para interactuar:
¿Qué has dejado por amor?
¿Te mudaste a otro país para casarte?
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